La decisión de cerrar durante cinco horas la garita de San Ysidro (entre San Diego y Tijuana) el pasado domingo generó pérdidas de 5.3 millones de dólares para más de 700 negocios de la comunidad que dependen en un 93 por ciento de la clientela que llega a través de la frontera.
Este año, la frontera ha cerrado de imprevisto en tres ocasiones como medida de precaución ante la llegada de la caravana migrante centroamericana y de que algunos de sus integrantes intentaran cruzar de forma masiva hacia Estados Unidos.
Por Alexandra Mendoza
San Diego (EU), 27 nov (EFE).- Los negocios californianos de la región fronteriza entre Estados Unidos y México temen a las amenazas del Presidente Donald Trump de cerrar los puertos de entrada mientras suman pérdidas millonarias por la crisis que generó la llegada de la caravana de migrantes a la vecina ciudad de Tijuana (México).
«El problema es la incertidumbre que ha creado esta situación», dijo hoy a Efe Paola Ávila, vicepresidenta de la Cámara de Comercio Regional de San Diego, California.
«(Cerrar la frontera) sería un impacto económico que no podemos definir; sería un desastre, eso no es opción», aseguró.
Ávila señaló que han sostenido conversaciones diarias con autoridades de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, siglas en inglés) para hacerles ver su preocupación ante los cierres temporales, que han sido constantes en los últimos días.
La decisión de cerrar durante cinco horas la garita de San Ysidro (entre San Diego y Tijuana) el pasado domingo generó pérdidas de 5.3 millones de dólares para más de 700 negocios de la comunidad que dependen en un 93 por ciento de la clientela que llega a través de la frontera.
«Si una comunidad tan chiquita como San Ysidro puede perder más de 5 millones en un día, qué impacto debe de tener a nivel nacional», refirió a Efe Jason Wells, director de la Cámara de Comercio de San Ysidro.
De acuerdo con datos de la propia entidad, tales negocios adquieren sus principales ingresos de todo un año en el periodo entre el 20 de noviembre y 6 de enero.
Este año, la frontera ha cerrado de imprevisto en tres ocasiones como medida de precaución ante la llegada de la caravana migrante centroamericana y de que algunos de sus integrantes intentaran cruzar de forma masiva hacia Estados Unidos.
Esta situación es atípica si se toma en cuenta que en la última década el mismo cruce fronterizo -en ambos sentidos- ha cerrado en muy contadas y extremas ocasiones.
Los oficiales del cruce de San Ysidro procesan a cerca de 73 millones de viajeros cada año. Según datos de la Cámara de Comercio Regional de San Diego, aproximadamente 255 mil millones de dólares del producto regional bruto dependen del comercio transfronterizo.
México continúa siendo el principal socio comercial de California, con más de 27 mil millones de dólares en exportaciones cada año que apoyan a cerca de 566 mil empleos en el Estado Dorado, de acuerdo con un reporte de la Escuela de Políticas y Estrategias Globales de la Universidad de California San Diego (UCSD).
También, se estima que un 12 por ciento de las importaciones estadounidenses desde México llegan a través de los accesos de San Diego.
Pero ahora, tanto negocios como trabajadores, cuyo flujo va de un lado a otro de la frontera, se mantienen en vilo. Saben que el denominado «cruce más transitado del mundo» podría volver a cerrar en cualquier momento y sin previo aviso.
Debido a la diferencia de precios de alquiler de una vivienda, Rafael Cuevas, camarero en un restaurante de Coronado, al sur de San Diego, vive en Tijuana.
Desde el pasado domingo guarda en su vehículo una maleta con un cambio de ropa en caso de que vuelvan a cerrar el paso internacional. Así vive ahora, con temor a que la situación se repita y pierda los ingresos con que mantiene a su familia.
Para Cuevas, el presidente Trump no ha «dimensionado» lo que implica cerrar la frontera.
«No la puede estar abriendo y cerrando como si fuera una tienda de dulces», consideró en declaraciones a Efe.
Por su parte, Christian Ramírez, director político para el Sindicato de Trabajadores de Servicio, calificó las decisiones de la Casa Blanca como un «castigo colectivo» que afecta a quienes radican en la zona.
«Quienes estamos pagando esta exageración somos nosotros y tenemos que modificar nuestra rutina para poder sortear los berrinches de la autoridad federal», dijo Ramírez.
La asambleísta de California Lorena González hizo énfasis en la fuerza laboral compartida al destacar que «muchos trabajadores estadounidenses viven en Tijuana y cruzan la frontera todos los días debido a la falta de vivienda (en San Diego)».
«Jugar a la política con nuestros cruces fronterizos no sólo hiere a inmigrantes que buscan asilo, sino que afecta a toda nuestra región», señaló González en su cuenta de Twitter.
Otras ciudades del sur de San Diego como Chula Vista, Imperial Beach o National City, también acostumbran a recibir miles de clientes mexicanos, principalmente en un fin de semana como el pasado, que coincidió con el de las grandes rebajas comerciales del Black Friday en Estados Unidos. EFE